«Entusiasmo» obra de Sandra Llanas.
Los egipcios pensaban que la palabra poseía un intenso poder mágico. Un poder que se potenciaba de manera extraordinaria cuando la palabra se ponía por escrito. Un poder llamado Heka que definía los textos o pronunciamientos mágicos que se inscribían en los amuletos y representaba el poder de la magia. De acuerdo con las creencias egipcias la magia y la palabra protagonizaron el nacimiento del universo. Pensaban que el destino de un hombre estaba unido a su nombre, por eso debía mantenerse en secreto, para protegerse de que su enemigo lo utilizara en su contra. En sus escritos no nombraban a los animales peligrosos por sus nombres, sino a través de sus cualidades, el cocodrilo es denominado “el que está en el agua” y la serpiente “aquella que se arrastra sobre el vientre”, de esta manera evitaban que el poder mágico de la palabra permitiera materializar aquel peligro concreto.
En la antigüedad se conocía el enorme poder contenido en la palabra escrita y hablada. Los antiguos alfabetos, como el sánscrito, el arameo y el hebreo son fuentes de poder. Los esenios utilizaron la energía que canaliza el lenguaje para manifestar en la realidad la calidad de vida que deseaban experimentar. La Biblia y los antiguos Vedas hindúes dicen que la palabra es Dios y que Dios habló para comenzar el proceso de la creación. En el mundo Maya, la palabra era una extensión del alma. La escritura maya nació como un recurso mnemotécnico con el que invocar a las presencias divinas que las otorgaban el poder. En el antiguo Oriente se utilizaban los mantras, los rezos, los cánticos y las plegarias con una intención predeterminada de materializar nuestros deseos. En la India el uso de mantras es una constante. El mantra es una poderosa herramienta, la repetición del mantra de forma rítmica y repetitiva, haciendo desvanecer todos los pensamientos, provoca la concentración de todo el poder en una única dirección. No es necesario saber su significado para que su sonido ejerza su efecto sobre nosotros
Los maestros ascendidos enseñan que no hay un poder mayor que el de la palabra para realizar cambios. Los místicos hindúes, budistas y judíos creen que la palabra crea e impregna todo lo que existe, la palabra es la fuerza creativa más poderosa del universo. En la actualidad mucha gente cree que con nuestros pensamiento y/o con nuestras palabras estamos dándole poder al significado de la palabra. La Madre Teresa de Calcuta fue invitada varias veces a marchar en manifestaciones en contra de la guerra y ella contestaba, invítenme a marchar a favor de la paz y yo iré, pero no me nombren esa palabra.
Kevin Hall en su libro nos recuerda que las primeras palabras del creador de las que tenemos constancia “hágase la luz” confirman el poder iluminador de las palabras. Existe un lenguaje de éxito y un lenguaje de frustración, un lenguaje de progreso y uno de retroceso. Cuando comprendamos el significado puro y auténtico de las palabras, entonces descubrimos su importancia y valor divino y nos permite desarrollar un nuevo vocabulario que nos inspire e impulse hacia delante.
Cuando le preguntaron a Ryszard Kapuscinki, autor de una veintena de libros y nombrado mejor reportero del siglo XX y constante candidato al Premio Novel de Literatura, si la escritura puede hacer que algo cambie, contestó: si, lo creo profundamente, sin esa fe no podría escribir.
Estudios de la física cuántica aseguran que la conciencia afecta a la materia y que la fuerza del pensamiento crea la realidad que decidimos experimentar. No somos observadores de la realidad, somos creadores de la realidad.
Masuro Emoto ha demostrado a través de los cristales del agua congelada como afectan nuestras palabras. Dependiendo de la palabra el agua cambia. Debemos recordar que nosotros somos un 80% de agua ¿Cómo nos afecta a nosotros la palabra? ¿Cómo nos afecta lo que nos dicen, lo que leemos?. Las palabras son vibraciones de la naturaleza, de esta forma palabras hermosas crean una naturaleza hermosa y palabras horrendas, una naturaleza horrenda. Esa es la raíz del universo. Las palabras son energía que con determinada frecuencia vibratoria pueden afectar la realidad física, tanto para bien como para mal.
Deepak Chopra comentaba “la intención comprimida en una palabra posee un poder mágico”. El lenguaje crea la realidad, las palabras tienen poder y efecto inmediato a niveles neurológicos sobre quien las pronuncia y quien las escribe.
Es gracias a la palabra que se puede manifestar todo. La palabra es la herramienta más poderosa que poseemos. Cada vez que manifestamos algo con nuestro pensamiento y/o con nuestra palabra estamos dándole poder. De nuestras palabras depende nuestro futuro, por lo que empecemos a cambiar nuestra vida cuidando las palabras.
Este cuadro forma parte de una exposición «Mantra y Mándala«, de Sandra Llanas. Se repite una misma palabra «entusiasmo» en todos los idiomas. Cada vez que cambia del color plateado al color dorado, cambia de una lengua a otra lengua.